Ciudad de México, 10 de septiembre (SinEmbargo).– Transformar los símbolos de violencia en herramientas que se convierten en el conducto de un beneficio público, esa es la intención de “Palas por Pistolas” (PXP) un proyecto multidisciplinario del artista mexicano Pedro Reyes.
Sin embargo, “Palas por Pistolas” se trata también de una campaña para la donación voluntaria de armas, que son luego destruidas y fundidas para ser convertidas en palas que posteriormente sirven para plantar árboles.
El proyecto, iniciado por Reyes en colaboración con el Jardín Botánico de Culiacán, en Sinaloa, inició luego de que se le comisionara al artista una serie de instalaciones hechas específicamente para el parque, con el añadido de que en esta ocasión el Jardín participó en la realización del proyecto, lo que finalmente ayudó a que tuviera un impacto más amplio y profundo.
En los últimos años, Culiacán ha sido una de las ciudades de México con más altos índices de muertes, por lo que el primer paso fue hacer consciente a la población de que existía una relación directa entre el delito y el número de armas en circulación en las calles de esta urbe de la costa del Pácifico.
Entonces, varios anuncios de televisión fueron preparados por una estación de televisión local y estuvieron al aire durante mes y medio, invitando a los ciudadanos a renunciar a un arma. Mientras tanto, la “pantalla chica” mostraba situaciones al más puro estilo de las telenovelas.
Por su parte, una cadena de tiendas patrocinó la campaña, así que los que participaban en la donación de armas recibían un cupón que podían cambiar por línea, blanca, electrodomésticos o aparatos electrónicos.
Sin importar el propósito para el que hubieran servido en el pasado las armas fueron recolectadas. No obstante, el 40% del arsenal decomisado estaba integrado por armas automáticas de alto poder o de uso exclusivo de las fuerzas armadas, por lo que fueron llevadas a una base militar en donde se efectuó una destrucción pública realizada con una aplanadora.
Finalmente, los jóvenes que se encontraban realizando el servicio militar ayudaron a remover cualquier parte no metálica de las armas antes de ser enviadas a una fundidora.
Durante la primera etapa de PXP, mil 527 armas fueron recolectadas, las cuales fueron convertidas en el mismo número de palas que se utilizaron para plantar la misma cantidad de árboles.
Desde entonces las más de mil 500 palas han sido enviadas a varios museos, escuelas e instituciones culturales en donde han sido expuestas junto con documentos que ilustra el proceso del proyecto paso a paso.
El éxito de la experiencia en la capital de Sinaloa marcó el camino para replicar el proyecto en Ciudad Juárez, donde el gobierno mexicano le dio acceso a “Palas por Pistolas” de seis mil 700 armas destruidas.
La tarea inmediata, entonces, fue transformar este metal en seis mil 700 palas e iniciar la plantación del mismo número de árboles en una superficie binacional, entre Estados Unidos y México en 2012 y 2013.
Por otra parte, cada vez que el proyecto es expuesto, se organiza la plantación de un árbol, para lo cual expertos en reforestación recomiendan la especie más adecuada para cada sitio.
“La violencia en las ciudades afecta a todos, no sólo a las víctimas directas de un crimen, sino también a negocios locales, turismo, familias, niños, etcétera. Al poner las armas fuera de circulación no sólo se están salvando vidas, sino que se incrementa el bienestar general de la comunidad”, dice el sitio web de “Palas por pistolas”.
En suma a lo anterior, la reforestación es una de las acciones más urgentes en el mundo en la actualidad. En México se han perdido alrededor del 40% de los bosques en las últimas tres décadas, mientras que la sequía pone en riesgo a las comunidades más pobres.
De esta manera, el plantar árboles se convierte en un beneficio medible no sólo para poblaciones locales, sino para el planeta entero como una de las maneras más efectivas para frenar el cambio climático.
La meta de “Palas por pistolas” es convertirse en una campaña permanente para detener la circulación de armas en el territorio mexicano, al mismo tiempo que convierte la actividad de plantar árboles en un acto de participación cívica.
Así mismo, en las escuelas este proyecto le da a los estudiantes una importante lección sobre como un agente de muerte puede convertirse en una herramienta de vida y cómo su efecto positivo puede ser replicado en otras esferas de la actividad humana.